Como profesor, como madre o padre, seguro que te lo has preguntado más de una vez: ¿qué hacemos con la inteligencia artificial? Ha irrumpido en nuestras vidas con la fuerza de un huracán y, ahora, llama con insistencia a la puerta de las aulas. Abrirle o no, y sobre todo, cómo abrirle, es uno de los debates más importantes de nuestro tiempo.

Para dejar de lado las opiniones y empezar a hablar con datos, tenemos una herramienta excepcional: el avance de la II Encuesta de percepción social de la innovación educativa, un exhaustivo estudio de la Fundación Cotec que ha pulsado la opinión de más de 7.000 personas en toda España. ¿Qué pensamos realmente sobre la IA en la educación? ¿Cuáles son nuestras esperanzas y nuestros miedos?
Este artículo se sumerge de lleno en los resultados de este informe para ofrecerte un mapa claro y preciso del sentir ciudadano. Descubrirás que la sociedad española tiene una visión sorprendentemente madura: un «sí» rotundo a la presencia de la IA en la escuela, pero un «sí» condicionado, lleno de matices, exigencias y una buena dosis de cautela.
Prepárate para entender las claves de esta percepción, porque conocer nuestras expectativas y temores es el primer paso para construir las políticas y estrategias educativas del futuro.
La principal conclusión del informe Cotec es una fascinante paradoja. Por un lado, una aceptación mayoritaria: un impresionante 75,5% de la población cree que la inteligencia artificial debería estar presente en la escuela de una u otra forma. Ya no la vemos como algo ajeno; de hecho, más del 65% cree que ya está en las aulas y un 73,7% considera que los jóvenes la necesitarán en su futuro laboral.
Sin embargo, esta puerta abierta viene con una condición innegociable.
El 71,5% de los encuestados considera que es necesaria más evidencia científica sobre el impacto de la IA antes de tomar decisiones sobre su uso en educación.
No es una contradicción, es un ejercicio de prudencia. Es la voz de la sociedad diciendo: «Adelante, exploremos este camino, pero encendamos las luces, vayamos despacio y midamos cada paso». Queremos los beneficios, pero no a cualquier precio. Exigimos datos y un despliegue reflexivo.
¿Qué es lo que nos ilusiona de la IA? ¿Dónde vemos claramente sus ventajas? El informe de Cotec revela que las expectativas más altas se centran en hacer el sistema educativo más eficiente y en apoyar directamente la labor docente.
La percepción es clara: la IA puede ser una poderosa herramienta para liberar a los profesores de las tareas más tediosas y permitirles centrarse en lo que ninguna máquina puede hacer. Los encuestados ven un gran potencial en:
- Automatizar tareas administrativas: Un 72% de los profesionales de la educación apoya esta idea.
- Reducir la carga burocrática: Apoyado por un 65,1% de los docentes.
- Creación de materiales didácticos: El 70,5% de los profesionales está de acuerdo con usarla para este fin.
- Planificación de clases: Con un respaldo del 68% del sector educativo.
Más allá de la gestión, la sociedad también percibe oportunidades directas para el alumnado, aunque con algo más de cautela. Se valora su potencial para:
- Personalizar el aprendizaje: Un 60,9% de los profesionales cree que la IA puede ayudar a adaptar la enseñanza a cada estudiante.
- Diseñar mejores políticas educativas: El 64% de los docentes cree que la IA puede ayudar a tomar decisiones basadas en datos.
- Apoyar a estudiantes con Necesidades Educativas Especiales (NEE): Un 63,9% del sector educativo ve aquí una oportunidad.
Si la cara de la moneda son las oportunidades, la cruz son los temores. Y son significativos. El informe muestra una honda preocupación por el impacto que un mal uso de la IA podría tener en los estudiantes y en la propia naturaleza del aprendizaje.
Los mayores recelos se concentran en cómo la IA puede afectar a las habilidades y actitudes de los jóvenes. Los tres grandes miedos son:
- La manipulación de la información: Es la principal amenaza para el 72% de los profesionales del sector.
- La adicción y dependencia tecnológica: Una preocupación para el 68% de los docentes.
- Que los estudiantes se esfuercen menos: Este es un temor transversal. Más del 66% de la población general, padres y profesionales creen que la IA hará que los alumnos se esfuercen menos.
Además, existe una percepción extendida y alarmante: más del 60% de los profesionales y las familias consideran que la IA ya está teniendo un impacto negativo en los procesos cognitivos y en la competencia de lectoescritura de los jóvenes.
A estas preocupaciones se suman otras amenazas directas a la dinámica escolar, como el plagio (preocupa al 64,1% de los profesionales) y el uso indebido de datos y la falta de privacidad (temido por el 66,7% de los docentes).
Subyace, además, un riesgo del que el informe nos alerta con sus datos: la brecha socioeconómica. El perfil del usuario actual de IA es joven, con alto nivel socioeconómico y alta cualificación. Esto dibuja un escenario peligroso en el que la IA, si no se implementa con equidad, podría amplificar las desigualdades existentes en lugar de reducirlas.
En medio de este panorama, ¿dónde queda la figura del docente? El informe revela una sociedad dividida y dubitativa: un 41,4% cree que la IA puede llegar a sustituir al profesor, frente a un 48,7% que no lo cree.
Sin embargo, donde sí hay un consenso abrumador es en un punto crítico: la preparación.
Más del 60% de la población considera que los profesores no están suficientemente formados para el uso didáctico de la IA. Esta es, quizás, la llamada de atención más importante del estudio.
La responsabilidad, según los encuestados, es compartida. Por un lado, el 81,5% cree que la escuela debe formar en el uso ético y responsable de la IA. Pero, curiosamente, un 61,9% considera que la familia tiene una responsabilidad incluso mayor que la escuela a la hora de enseñar a los niños y jóvenes a controlar el uso de estas herramientas.
Con este diagnóstico sobre la mesa, el informe no se queda en el análisis, sino que propone una hoja de ruta. ¿Cómo podemos avanzar de manera segura y eficaz?
La sociedad tiene una idea bastante clara sobre cuándo introducir la IA. El consenso se inclina por las etapas superiores: la mayoría cree que debería introducirse en la Educación Secundaria Obligatoria (37%) o en Bachillerato/FP (22%). Hay muy poco apoyo para su uso en Primaria (14%) o Infantil (4,5%).
Tú, como docente, puedes empezar a explorar la IA de una manera que responda directamente a las expectativas y necesidades que refleja la encuesta:
- Para reducir tu carga administrativa: «Actúa como mi asistente personal. Revisa esta lista de tareas de mis alumnos y organízala en una tabla con fechas de entrega, estado (‘Pendiente’, ‘Entregado’, ‘Calificado’) y un espacio para comentarios. Después, redacta un correo electrónico modelo para recordar a los alumnos con tareas pendientes la fecha límite.»
- Para personalizar el aprendizaje: «Tengo este texto sobre la Revolución Francesa para alumnos de 14 años. Genera tres versiones: una versión simplificada con vocabulario más accesible; una versión estándar; y una versión enriquecida con datos curiosos y preguntas para fomentar el pensamiento crítico.»
- Para tu propia formación: «Diseña una sesión de auto-formación de 1 hora para un profesor que quiere aprender a detectar el plagio generado por IA. Incluye 3 estrategias prácticas, 2 herramientas online recomendadas y 1 ejemplo de cómo re-diseñar una tarea para que sea más difícil de plagiar.»
El informe de Cotec nos deja un mensaje claro: la sociedad española está lista para el debate sobre la inteligencia artificial en la educación. No hay un rechazo frontal, sino una aceptación cautelosa que nos invita a actuar con inteligencia y responsabilidad.
Las propuestas estratégicas del propio informe marcan el camino a seguir : debemos aprovechar esta aceptación inicial para integrar la IA donde más se valora, como el apoyo a los docentes. Es crucial priorizar la investigación para generar la evidencia que la gente reclama y abordar los miedos con información validada. Pero, por encima de todo, la clave está en dos puntos: una inversión masiva en formación docente que vaya más allá de lo técnico y se centre en la pedagogía , y fomentar el diálogo entre todos los implicados.
La IA ya está aquí. La pregunta ya no es si la usaremos, sino si seremos capaces de usarla bien. Y «bien» significa de forma ética, equitativa y, sobre todo, humana.